Asimov by 5 Fundacion y Tierra

Asimov by 5 Fundacion y Tierra

autor:5 Fundacion y Tierra
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


mecánicos o electrónicos para llevarlo a cabo, empleé un aparato neurónico. - Tocó suavemente uno de los lóbulos transductores -. Actúa con rapidez, eficacia, constantemente..., y sin esfuerzo.

- Increíble - murmuró Pelorat.

- En absoluto - dijo Bander -. Considera la complejidad del ojo y del oído, y cómo pueden convertir pequeñas cantidades de fotones y de vibraciones del aire en información. Esto parecería increíble a quien lo experimentase por primera vez. Los lóbulos transductores no son más increíbles y no os lo parecerían si fuesen familiares para vosotros.

- ¿Y qué hacéis con esos lóbulos transductores operando constantemente? - preguntó Trevize.

- Regimos nuestro mundo - respondió Bander -. Cada robot de esta vasta finca obtiene su energía de mí, o, mejor dicho, del flujo de calor natural. Cuando un robot establece un contacto, o tala un árbol, la energía es derivada de la transducción mental, de mi transducción mental.

- ¿Y si estás dormido?

- El proceso de transducción persiste tanto si estás despierto como durmiendo, pequeño medio-humano - dijo Bander -. ¿Acaso dejas tú de respirar cuando duermes? ¿Deja de latir tu corazón? Por la noche, mis robots siguen trabajando a costa de enfriar un poco el interior de Solaria. El cambio es incalculablemente pequeño a escala global y nosotros sólo somos mil doscientos, de manera que toda la energía que empleamos no abrevia sensiblemente la vida de nuestro sol ni agota el calor interno de nuestro mundo. - ¿Se te ha ocurrido pensar que podrías utilizarlo como arma?

Bander miró a Trevize con fijeza, como si éste fuese algo singularmente incomprensible.

- ¿Quieres decir con esto que Solaría podría enfrentarse con otros mundos con armas energéticas fundadas en la transducción? ¿Por qué tendríamos que hacerlo? Aunque consiguiésemos triunfar de sus armas energéticas basadas en otros principios, lo cual es casi seguro, ¿qué ganaríamos con ello? ¿El control de otros planetas? ¿Y qué nos importan los demás, si tenemos el nuestro que es ideal? ¿Por qué habríamos de querer establecer nuestro dominio sobre los medio-humanos y emplearlos en trabajos forzados, si poseemos nuestros robots que son mucho mejores que vosotros para este fin? Lo tenemos todo. No queremos nada, salvo que nos dejen en paz. Mira, te contaré otra historia.

- Adelante - dijo Trevize.

- Hace veinte mil años, cuando las medio-criaturas de la Tierra empezaron a invadir el espacio y nosotros nos retiramos bajo tierra, los otros mundos Espaciales resolvieron oponerse a los nuevos colonizadores terrícolas. Para ello, atacaron la Tierra.

- ¡La Tierra! - exclamó Trevize, tratando de disimular su satisfacción por el hecho de que por fin se hubiese suscitado el tema.

- Si, el centro. Una maniobra lógica, en cierto modo. Si se desea matar a una persona, no se la hiere en un dedo o en un talón, sino en el corazón. Y nuestros compañeros Espaciales, no muy diferentes de los propios seres humanos en pasiones, consiguieron inflamar de radiactividad la superficie de la Tierra, de modo que gran parte de aquel mundo se volvió inhabitable.

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